2:15 am. Suena el despertador. Es sábado de madrugada y apenas he dormido, pero me cuesta menos levantarme que para ir al instituto. Me preparo un café solo, a las dos de la mañana no sé si lo normal es desayunar o tomarse un gin-tonic. Dejaré el gin-tonic para otro día. Monto el equipo en el coche: silla, trípode, cámara, teleobjetivo, agua, bocadillos…, hemos quedado a las tres para coger los Land Rover, tenemos por delante casi cuatro horas de camino antes de meternos en los hides. Este año tengo la suerte de volver a participar en el II encuentro fotográfico de aves carroñeras en el Parque Natural Sierra de Castril (gracias Javier por la organización y Ramón por acordarte de mi). El plan es un poco distinto al del año pasado pero el objetivo el mismo: conseguir alguna foto decente de uno de los pocos quebrantahuesos que hay por la zona. El año pasado sólo pudimos fotografiarlos en vuelo, ni siquiera conseguimos que bajaran los buitres leonados a probar los manjares que les habíamos preparado y nos fuimos casi de vacío. Este año teníamos que tener más suerte. Después de un camino difícil llegamos a los hides, repartimos la comida y nos metimos a esperar antes de que amaneciera. Después de unas horas de espera vimos a lo lejos los primeros buitres volando y lo que parecía ser un ejemplar de quebrantahuesos. Efectivamente la suerte este año estaba de nuestro lado y el premio gordo apareció el primero:Estuvo apenas un minuto. Caracol se llama, dos plumas decoloradas en el ala izquierda, tres en la derecha y otras tantas en la cola. La anilla nos lo confirmaba por si había alguna duda. Un ejemplar joven, nacido el 11 de marzo de este mismo año, liberado hace cuatro meses, en junio. Encantado de conocerte, Caracol! Sin probar bocado emprendió vuelo y dejó paso a los buitres leonados. La consigna era no disparar hasta que empezaran a comer. En apenas unos minutos teníamos ante nosotros más de un centenar de buitres dándose un festín.
Era el momento, ahora sí, de poner a prueba las ráfagas de nuestras cámaras (alguno parecía que llevaba un AK-47 en vez de una réflex).
Con tanto buitre, lo difícil es conseguir algún ejemplar aislado, fuera de la vorágine carnívora, algún aterrizaje a foco o un detalle de alguna disputa.
Esta vez no nos vinimos con las manos vacías
Al salir de los hides a más de las cuatro de la tarde, pudimos ver sobrevolarnos un ejemplar adulto de quebrantahuesos; a este habrá que retratarlo como se merece en otra ocasión.
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Diciembre
Gypaetus barbatus
Más conocido por quebrantahuesos o traducido literalmente buitre barbado, esta impresionante rapaz me ha tenido entretenido este fin de semana pasado. Tuve la suerte de que me invitaran a participar en un encuentro fotográfico de grandes rapaces en el Parque Natural Sierra de Castril, organizado por la Delegación Territorial de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio en Granada y por los responsables del parque, con motivo del día mundial de las aves, y por supuesto, acepté encantado. La idea era poder fotografiar este tipo de rapaces y conocer la carga de visitantes que podría soportar el entorno en futuras actividades, como la posible creación de un observatorio permanente. El sábado nos dirigimos al centro de visitantes del parque natural de Castril donde nos explicaron la idea del proyecto y pudimos asistir a una charla interesantísima sobre el quebrantahuesos por parte de Pakillo Rodríguez de la fundación Gypaetus. Nos explicó como llevan a cabo la complicada labor de criar en cautividad esta rapaz extinguida durante mucho tiempo en nuestras sierras para después poder devolverla a su entorno natural. Nos contó como controlan su posición con GPS o el sistema de decoloración de las plumas para poder identificarlos a simple vista cuando están volando. En las siguientes fotos podéis ver el sistema de GPS colocado en la ‘espalda’ y la distinta coloración de las plumas:
Después de comer, nos dirigimos a montar los hides en el punto de la sierra elegido. Tuvimos que hacer casi una hora por caminos imposibles que solo se pueden hacer con un todoterreno de los de verdad. No me explico como un Land Rover puede resistir tanto y pasar por algunos sitios; hasta nuestro conductor, Jesús, iba con más miedo que nosotros :-). Una vez montados y asegurados los hides emprendimos el camino hacia el refugio de Prados del Conde donde íbamos a pasar la noche. Como os podéis imaginar, pasar la noche en plena sierra en un refugio rodeado de estrellas, para mí quiere decir fotografía nocturna. Tenía localizados un par de sitios, además del refugio que también daba juego. Al final me tuve que conformar este y con la piedra que llaman de las mil pesetas:Entre la cena de chuletillas de cordero segureño y las nocturnas nos fuimos al saco a casi las dos de la madrugada, así que tocaba dormir poco, pero ya se sabe, sarna con gusto… a las cinco ya estaba Javier despertándonos para ir a poner la comida y meternos en los hides antes de que los buitres pudieran vernos. Como todavía era de noche, aproveché para hacer foto de los últimos preparativos:
La suerte no estuvo de nuestro lado y los leonados y quebrantahuesos que estuvieron sobrevolándonos durante un buen rato no se decidieron a probar bocado en nuestra presencia y tuvimos que dar por terminada la actividad sin verlos tocar tierra. La experiencia, a pesar de esto, inolvidable.