Y llovió, vaya si llovió. Y allí estábamos nosotros delante de la piedra que llaman dedo de Dios, esperando el golpe de suerte que moviese la tormenta al lugar apropiado para que los rayos cayeran en nuestro encuadre, pero lo único que cayó fue agua, muchísima agua, que en los apenas quinientos metros que nos separaban del coche nos puso como sopas. Tanto que mi cámara dejó de funcionar durante un buen rato, hubo que ponerla a secar con el aire acondicionado para que volviera a la vida; la 5D MKIII del amigo Juan Carlos parece que está mejor sellada 😉 .De nuevo volvíamos de Cabo de Gata con agua en el cuerpo y menos fotos de las esperadas. Otra vez será.
Menudo chaparrón… y además nos quedamos sin nocturnas. Otra vez será.
Alguna foto nos llevamos y mucha agua jajaja, lo tenemos cerca