Esta semana he estado de viaje. Teníamos ganas de pasar unos días en los Pirineos y de paso quitarnos un poco del calor que azota el Sur. Ya que íbamos hacia el Norte, decidimos hacer una parada en Valencia y visitar la Ciudad de las Artes y las Ciencias. El sitio merece la pena, sobre todo el Oceanográfico, y el conjunto arquitectónico, sin duda impresiona.Lo que hay dentro es igual de bonito, cientos de especies nadando a tu alrededor, como si estuvieras buceando (pero sin el riesgo de que te devore un tiburón o lo que es peor aún, que te pique una medusa).
De estas tenemos en mi pueblo un montón, pero aquí parece como si estuvieras mirando al espacio. Los caballitos de mar son también de otro planeta, y no tan fáciles de ver con el tubo y las gafas…
Cualquier pececillo nos dejaba con la boca abierta
Después de todo el día viendo tiburones, focas, delfines y otros animalillos acuáticos, como no estaba lo suficientemente cansado, volví a ver como quedaban los edificios al atardecer y con la hora azul.
Bastante futurista, no me extraña que la hayan elegido como escenario para rodar parte de Tomorrowland. Para rematar la faena, volvimos a hacer la visita nocturna, aprovechando que en verano el Oceanográfico abre hasta las doce de la noche.
Las salas estaban prácticamente vacías (estaba todo el mundo en el espectáculo de delfines)
Y por supuesto encontramos a Nemo:
Lo de los Pirineos ya si eso os lo cuento otro día… 😉
Archivo por meses: julio 2015
Nuestra Zona Cero
Supongo que es ley de vida, que son cosas que pasan, que tenemos que afrontarlo y seguir adelante, pero hay cosas que son muy difíciles de asimilar, y esta es una de ellas. El paisaje es asolador, el fuego lo ha devastado todo. Una de las joyas naturales de nuestra comarca prácticamente ha desaparecido. Antes de ayer, Mauri y yo decidimos ir a ver como había quedado el alcornocal de Lújar después del incendio y nos encontramos un panorama descorazonador. Nos convertimos por un momento en los protagonistas de la novela «La carretera» y el paisaje que habíamos imaginado los dos cuando nos leímos el libro se hizo realidad, pero ahora no era ciencia ficción. Se me encogió el estómago y me acordé de mis amigos de Granada Natural, en especial de Lucas y Pepe, que con tanta pasión recorrían estos parajes disfrutando de una diversidad natural que al resto se nos escapa. Dicen que la vida cambia en un instante, no hay verdad más cierta.